Este fin de semana ha sido movidito. Para empezar he vivido la Gay Prade en Sitges (el pueblo donde yo vivo), con más de 400.000 "personas" andando en tanga y tacones por la calle, ebrios de mojitos y con el pueblo tomado por sus excesivos maquillajes. Se han hecho los reyes del lugar. Carreras de tacones, concurso de tangas, conciertos en la playa y sexo en cualquier rincón han sido las actividades del weekend Gay Pride, sin comentarios. Eso ocurrió viernes noche y sábado todo el día, pero luego llegó el domingo, donde se incorporó a la Gay Pride los preparativos de la roja. Bidones de cerveza, pantallas gigantes, bares ampliando mesas para hacer su Agosto y un menda que no sabía dónde meterse. En un pueblo de 40.000 habitantes, este fin de semana fácilmente superábamos el medio millón. Ha sido un auténtico caos, por la noche se mezclaron los seguidores de la selección (bebidos, claro) con la comunidad homosexual (bebida también) armando trifulcas y peleas a diestro y siniestro. Mis hijos (la pequeña de 4 años) paseaba por el pueblo con la cara desencajada, no sabía si reír o llorar, pero no le gustaba lo que veía. Mi hijo, de 7 años, al principio reía de la pinta que llevaban los maricones, con sus pelucas y sus vestuarios, pero a medida que avanzaba el fin de semana la cosa se iba deteriorando y al chaval ya no le hacían puta gracia. Total, que practicamente he tenido que recluirme en mi casa porque pasear por el pueblo era imposible, lo mejor de todo es que el impulsor de esta movida ha sido el imbécil del alcalde, que se piensa que esto será beneficioso para los habitantes del pueblo, ah sí? y en que será beneficioso?. Mi pueblo me gusta, y me gusta mucho, pero cuando hay estas movidas desearía vivir en la Conchinchina.
VER VÍDEO
No hay comentarios:
Publicar un comentario